IDEAS METAFÍSICAS del 18 de febrero del 2020, en un bonito día de playa pre-pandémico
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METAFÍSICAS del 18 de febrero del 2020, en un bonito día de playa pre-pandémico
Comparto estas
reflexiones que hice tras una salida con amigues hace ya unos años. Las comparto comoo un ejercicio de eso, de reflexión, y de imaginación, sin intenciones verdaderamente explicativas de nuestra realidad. Regresé a ellas hoy en que tuve una buena conversación filosófica con mi amigo
Vek y mi hermanazo Pablo, en torno a la metafísica de la existencia y otras
ideas, la cual se detonó cuando le pregunté a Vek si había visto la película de
Oppenheimer. Sí la había visto, y le encantó, y entonces yo le dije que no
había entendido casi nada de la teoría física que se maneja en la película, lo
que abrió el paso a muchos aprendizajes de física, reflexiones, inspiraciones y
aprendizajes, acompañados por un par de chelitas, unos videojuegos y el gusto
de estar juntos.
La consciencia total.
Rafa y Jashet regresaron y nos sentamos todos a
comer, alrededor de la tela sobre la que dispusimos la comida. Entonces
empezamos a reflexionar sobre la existencia. Bueno, sobre todo yo, Rafa, Jashet más o menos y Julis casi nada, hasta comentó que no tenía sentido
preguntarnos todo eso. Para mí fue un momento muy interesante; comenzó cuando
yo les pregunté si creían en Dios. Propiamente solo Rafa, que de hecho incluso ha
leído con minuciosidad –hasta cierto punto-, la biblia. Pero después nos
preguntó qué era lo que nosotros creíamos, de dónde venía todo de acuerdo a
nuestra perspectiva. Yo me imagino que la existencia en sí es todo lo que es, y
siempre ha sido. Considero que una de las características indisociables de la
misma es el movimiento, por lo que la misma se está transformando
constantemente. Cuando pienso en el Big Bang, no creo que ese fuera el inicio
de todo, sino más bien de la etapa actual del universo como lo conocemos, y sin
embargo, había algo antes del Big Bang, como un ciclo eterno, o algo así.
Porque incluso la posibilidad en sí del espacio es un algo, y es simplemente
algo que hace explotar la mente el cuestionar la mera posibilidad de la
existencia, pues aquello es todo lo que hay.
Pero aparte, dentro de todo, me gusta mucho reflexionar,
así que, emocionado en la conversación en la que nos inmiscuimos, reflexioné
algo que nunca se me había ocurrido y sentí por primera vez como algo lógico la
posibilidad de la existencia de “Dios”. Pensé, ¿y si todo lo que existe, o sea,
la existencia misma, que incluye todo lo que los seres humanos conocemos, tanto
tangible como intangible; el universo, las estrellas, las galaxias, las
constelaciones, los planetas, los cometas, los seres vivos, la vida,
absolutamente todo, no es más que una sola consciencia? Uno de los
cuestionamientos más difíciles de resolver en cuanto a metafísica se refiere,
es, ¿es posible que algo surja de la nada? Porque, una de las muchas
consideraciones que se han propuesto al respecto del origen de todo es que ese
todo tuvo un punto de origen, pero, si no había algo antes de ese
punto de origen, ¿cómo pudo ese todo surgir de la nada? Mas, si el todo, o la
existencia –con todas sus implicaciones-, no surgió de la nada, entonces
necesariamente tuvo que surgir de un algo, que a su vez tuvo que partir
necesariamente de otro algo, si no se quiere llegar, finalmente, a concluir,
que “un algo” se encuentra al final de una cadena de causalidad, y que ese
algo, a fin de cuentas surgió de nada.
Pero, ¿qué sucede
si realmente nada existe de la forma en que creemos que existe? ¿Qué sucede si
realmente, todo lo que creemos que es, porque hemos llegado a creerlo a partir
de la información que obtenemos de nuestros sentidos y de los procesos
cognoscentes de nuestro cerebro, no es más que una ilusión verdadera? ¿A qué me
refiero? Diciendo la palabra ilusión no quiero decir que nada exista realmente,
sino que todo existe, al mismo tiempo, de una forma diferente a como creemos
que lo hace. Pero, ¿no se explicaría la mera posibilidad de la existencia, si
consideramos que lo único que realmente es, es una sola consciencia que engloba
todo lo que conocemos que hay en el universo? Quiero decir, cuando nosotros,
como seres humanos, imaginamos algo, ese algo que imaginamos adquiere una
existencia en sí, dentro de nosotros, la cual, para ser, no requiere de ninguna
materia prima a partir de la cual construirse, sino que, por el simple hecho de
que pensemos en ello, existe. En ese caso, casi podríamos decir que esa
imaginación y todo lo que representa, surgió de la nada. Casi, porque surgió
realmente de un núcleo, que es en sí mismo la única condición necesaria, el
único punto de partida, para que esa imaginación exista. Pero ese núcleo es tan
“poderoso”, que puede crear cualquier cosa solamente pensando que existe.
De la misma forma
sucede cuando soñamos. Es como si el universo fuera todo ese espacio abstracto,
que existe dentro de nuestra cabeza cuando cerramos los ojos para dormir. Si
hablamos desde la perspectiva de la sensación de ese espacio, podemos
considerar que ese espacio, dentro de nuestra cabeza, no tiene límites. Y dentro
de ese espacio, inicialmente, al quedarnos dormidos, no hay nada, pero conforme
avanza el tiempo de sueño, empezamos a soñar, y todo lo que ocurre en nuestros
sueños adquiere una existencia que no requiere de ninguna construcción material
para serlo, sino solo de que exista ese ser cuya existencia es la condición
para que el sueño sea. Así, si asumimos que la existencia no es más que una
consciencia, todo lo que conocemos dentro de esa existencia no es más que un
moldeo interno de ella misma, que no requiere de una base material para ser,
porque su “base” es el “pensamiento”.
Ahora, si
equiparamos esa consciencia que lo es todo, con el concepto de Dios, podemos
igualarlos sin mayor problema. Después, recordando que, para todo sistema de
creencias que se base en la premisa de que Dios es el origen de todas las
cosas, Dios fue antes que todo, queda la pregunta de: ¿qué fue antes de Dios?
¿Qué creó esta consciencia? Podríamos pensar que ha existido siempre, y pensar
que esta consciencia simplemente es todo lo que es. Continuando, también se
dice que Dios es omnipresente y omnipotente. Si la omnipresencia quiere decir
que está en todo lugar, entonces, no puede haber lugar en el que esta
consciencia no esté, por lo tanto, no existe nada independiente de Dios, y así
como el espacio es omnipresente, esta consciencia lo es. Si esto es así,
entonces no podemos hablar de que Dios, o esta consciencia, haya creado nada,
pues crear algo independiente de sí implicaría otorgarle una existencia
separada de él, lo cual acabaría quitándole el carácter de la omnipresencia. Si
Dios, o esta consciencia, es omnipresente, entonces es imposible que cree nada,
porque todo lo es ya, porque todo lo es él y él mismo no puede disociarse de
sí.
Creo que esto
queda mejor ilustrado si equiparamos a esta consciencia, o Dios, con el
espacio, como lo conocemos. El espacio es una pre-condición de todo lo que
existe, y nada puede existir independientemente del espacio; por lo tanto, si
dicha condición se aplica a Dios, o esta consciencia, el que esta creara algo
nuevo, sería como si el espacio pudiera extenderse, cortarse, y que el pedazo
cortado, dejara de ser espacio para ser algo más. No se puede. De esa forma, no
habría nada independiente de Dios, o esta consciencia, lo cual, quiere decir,
que nosotros somos parte de ésta, o ésta en sí misma, pues esta vive dentro de
nosotros. Con todo esto, estamos
asumiendo que no es posible crear nada, ni es posible transformar nada en
cuanto a lo que verdaderamente es. Es posible cambiar la forma de algo, pero
ese algo en ningún momento deja de ser realmente parte de lo que primeramente
existía, que es la consciencia total, o Dios. Pero, al mismo tiempo, estamos
asumiendo que no es necesario que sea posible crear algo nuevo o transformar
las distintas expresiones de la consciencia –o Dios-, para que algo nuevo
exista, pues la creación no es necesaria para la existencia. Dado que no hay
nada que no sea la consciencia total, o Dios, todas las diferentes formas de
existencia que conocemos no son más que distintas manifestaciones de eso único
que existe. Y todo lo que conocemos como “el universo”, no es más que ese
espacio infinito dentro del cual ocurren las expresiones de algo equivalente a
los procesos mentales.
Si, continuando
con esto, consideramos como una cualidad de la consciencia, o Dios, la
proyección de abstracciones de sí misma, de manera equivalente a cómo es
posible imaginar y soñar, podemos darnos cuenta de cómo, todo lo que existe, si
esta consciencia está en cada una de estas proyecciones, conservando su
cualidad de proyectar, tiene su origen y razón de ser. Y, sin embargo, esto no
querría decir que, por ejemplo, todos los seres humanos, que no seríamos nada
más que proyecciones de la consciencia total, o Dios, seamos exactamente
iguales y no existan diferencias entre nosotros, pues, así como la forma de
todas las cosas es proyectada en la consciencia – en Dios-, como una
reformulación interna de eso que es –o sea, cómo aparece la forma material de
las expresiones de la consciencia-, también la esencia de todas las cosas
aparece como una expresión de la consciencia total –o Dios-; y esta esencia,
dentro de la consciencia, tiene la cualidad de tener una percepción individual
del todo y de las expresiones de la consciencia total que le rodean. Por
ejemplo, mi mente, como individuo, tiene una existencia dentro de la
consciencia total, o Dios, que, por ser solo una pequeña expresión, o
proyección, de esta, tiene una forma de pensar que ninguna otra forma de
existencia dentro de la consciencia total, o Dios, comparte; pero, como esto no
implica que tenga una existencia separada de la consciencia total, o Dios, mi
mente no deja de ser también, la consciencia total o Dios, y por lo tanto,
comparte con esta la cualidad de la expresión, la generación de ideas, de
imaginar, de soñar; y al ocurrir todos estos procesos se amplía la consciencia
total, o Dios. Se vuelve más grande.
Y entonces,
cualquier cosa que como seres individuales conozcamos como un resultado de
algún proceso mental, u alguna expresión mental, pasa a existir dentro de la
consciencia total, o Dios, con todas las características que de forma abstracta
se le atribuyan. Así, el pasado, el presente y el futuro no dejan de existir,
pues se encuentran de forma omnipresente en el todo; al ser resultado de
procesos mentales y expresiones de la mente; lo mismo cualquier personaje de
una película; Harry Potter, Naruto, Sherlock Holmes, los extraterrestres, los
alienígenas; todos ellos existen, pues por pensarlos hacemos uso de la cualidad
originadora de la consciencia total y les otorgamos una existencia, como una
extensión de la consciencia total, que nunca deja de crecer y de alimentarse
con las nuevas ideas que replican su posibilidad originadora por medio de sus
mentes. Si todo es así; entonces cada una de las partes individuales, e
interconectada de forma indisociable a todas las demás, es como la neurona de
un cerebro; las neuronas sostienen al cerebro y el cerebro sostiene a las
neuronas.
La existencia
total, o Dios, en su totalidad aglomera a todas sus expresiones, pero dentro de
cada una de estas expresiones esta se replica a sí misma, con todas sus
cualidades. Cada idea, cada expresión, cada proyección entonces, da paso junto
con la consciencia total, o Dios, a toda clase de existencias, que no comparten
características de forma con el resto de las proyecciones. Cada expresión de la
consciencia total, o Dios, tiene su propio conjunto de leyes, principios y
dinámicas que lo sostienen dentro de los límites de su propio concepto; y al diferenciarse
cada expresión de las demás, y tener cada una, al mismo tiempo, la posibilidad
de ampliar el universo, entonces se genera un proceso de auto-replicación
infinita, que es la explicación de los cambios constantes en los que, por
ejemplo, dentro de la expresión en la que nosotros vivimos –o lo que damos en
llamar el universo-, se da la interacción entre todos los seres de los que
sabemos. La suma de la aplicación de la cualidad originadora de cada una de las
partes entretejidas de la consciencia total, o Dios, da pie al sueño eterno que
es la existencia, no por sueño menos real, sino más real que nunca. Y nada,
realmente, está condicionado al mundo material, como si la existencia
dependiera de tener materia prima, sino que lo material en sí, no es más que
una imaginación determinante de una sola expresión de la existencia, que es lo
único que hay. La vida, por ejemplo, ampliando algo de las ideas anteriores,
podría ser un fenómeno particular, donde ciertas sub-consciencias se mueven a
lo largo de diferentes expresiones de existencia, pues cada momento particular
del tiempo es en sí mismo una existencia.
Todo esto se lo
compartí a mis amigos, de forma menos desarrollada y pensada de forma
espontánea, mencionándoles que tan solo eran reflexiones y no una firme
creencia que yo pudiera mantener frente a todo.
Posdata
Muchas gracias al Vek
y al Pablo por detonar la relectura de estas ideas, que son un ejemplo de lo
que pasa cuando platico con alguien dispueste a entrarle a filosofar conmigo.
Videitos de la reflexión
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